Page 100 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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bichos son traicioneros.

                Aquí  estaba  mi oportunidad de  interrogar a  Morbius

         acerca  de  los  animales  y  su  historia.  Pero,  antes  de  que

         pudiera abrir la boca, Farman tomó la palabra de nuevo,


         dirigiéndose a Altaira esta vez.

                —Es maravilloso cómo maneja usted al tigre —dijo, con

         los ojos dilatados de admiración—. ¿Cómo empezó? ¿Cuál

         es el secreto?


                —La vieja rutina del Unicornio, tal vez. —Me oí decirlo

         y experimenté el deseo de haberme quedado callado.

                Porque  Morbius  me  echó  una  mirada.  No  parecía


         enojado, pero había comprendido lo que quise decir, lo cual

         es más de lo que hicieron los otros. Creí que iba a hablar y

         me  sentí  cordialmente  agradecido  cuando  Adams


         interrumpió:

                —Lo  siento,  doctor,  pero  debemos  ponernos  en

         marcha… Vamos, doctor, Jerry.

                Morbius dijo algo al Robot, que fué hasta la puerta y la


         abrió.  Nos  despedimos  y  salimos,  acompañándonos

         Morbius  hasta  afuera.  Por  su  modo,  cualquiera  hubiera

         dicho  que  éramos  visitas  de  tarde,  en  cualquier  barrio

         suburbano de alguna ciudad terrestre.


                Nos ubicarnos en el vehículo; el Robot trepó adelante y

         pasó  a  formar  parte  del  mismo.  Farman  sonrió  y  dijo  a

         Morbius:





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