Page 118 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
P. 118

—Por supuesto, jefe, por supuesto —me contestó. Para

         el  caso,  me  hubiera  resultado  lo  mismo  que  me  hubiera

         dado un toque de sirena de alarma.

                III




                Salimos  al  atardecer.  Jerry  condujo  y  lo  hizo  con

         celeridad. Todavía había luz cuando atravesamos las rocas

         y penetramos en el valle. Dije a Jerry que fuera más despacio


         y recorrimos el resto del camino a unas diez millas terrestres

         por hora.

                Esta vez estudié realmente la comarca y dije al doctor


         que tuviera los ojos bien abiertos también. No sé qué era lo

         que  buscábamos,  le  aclaré,  pero  cualquier  cosa  que

         pasáramos               por        alto       podía          ser       de       importancia.


         Especialmente  todo  aquello  que  proporcionara  algún

         indicio de que había alguna otra forma de vida distinta de

         lo que ya habíamos visto.

                Era todo sumamente vago, y no nos condujo a ninguna


         parte, como yo me lo esperaba. Pasábamos por el bosque

         cercano a la casa, cuando el doctor no pudo más y abrió el

         fuego. Yo no les había informado, ni a él ni a Jerry, acerca de

         mi propósito, pero ellos sabían que algo había en el horno.


         A Jerry no le importaba, con tal de ver otra vez a la chica.

         Pero el doctor no aguantó más. De pronto, me preguntó:

                —¿A qué se debe este viaje, jefe? Es mejor que nos lo





                                                                                                          118
   113   114   115   116   117   118   119   120   121   122   123