Page 115 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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II
Nada ocurrió al día siguiente. Quiero decir, nada,
excepto lo que nosotros hacíamos. Nada que demostrara
que alguien o algo se preocupaba por nosotros. Antes de
ponerse a trabajar en el transmisor, Alonso instaló una
rudimentaria pantalla de radar y dejó a uno de los cadetes
para que la atendiera. Y le enseñó a Jerry a operar su radio‐
explorador, para que pudiéramos buscar y ubicar la
estación de Morbius.
Y no sucedió nada. Ni pareció suceder. Yo vagabundeé
dentro y fuera de la nave, cerciorándome de que cada uno
estaba en lo suyo. Estaba furioso. Detesto esperar. En
especial, cuando uno no sabe qué es lo que espera.
El radar no mostró nada. Jerry no logró nada con la
radio. No había más que la nave. Y nosotros. Y el desierto
rojizo y las rocas. Podríamos haber estado solos en el
maldito planeta.
Quinn y sus muchachos consiguieron sacar el núcleo,
por fin. Una tarea desagradable, pero ninguno de ellos se
quemó. Tuvimos todos que dar una mano para llevar la
pieza hasta el apareje provisional que él había preparado.
Eso fué a media tarde. Cuando el trabajo estuvo
terminado y todos volvieron a sus puestos, tuve que seguir
esperando. Fui hasta el tractor. Estaba todavía donde
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