Page 210 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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intrusos.

                —La cerca está colocada —observó Adams, y yo miré

         hacia  adelante  y  vi  los  postes  metálicos,  a  intervalos  de

         cuarenta pies, rodeando todo el perímetro, como centinelas


         inanimados.

                Tenían  un  aspecto  inocuo,  hasta,  si  se  quiere,

         ligeramente tonto. Pero cuando estuvimos a veinte yardas

         de  distancia,  cobraron  vida  y  empezaron  a  crujir.  Entre


         ellos, grandes chorros azul‐blanquecino de veinte pies de

         largo,  se  unían  unos  con  otros,  dando  la  impresión  de

         alambres  luminosos.  Primero,  se  produjeron  en  el  sector


         más  próximo  a  nosotros;  pero,  casi  enseguida,  se

         extendieron  hasta  delinear  todo  el  perímetro.  Dentro  del

         mismo, los centinelas vinieron a la carrera, convergiendo al


         punto en que el cercado se activó primero. Pude oír la voz

         del contramaestre gritando órdenes, y el haz de luz de un

         buscahuellas  de  la  nave  recortó  una  ancha  cinta  en  la

         oscuridad, que fué barriendo en semicírculo, hasta dar con


         nosotros,  dejando  el  tractor  bañado  por  tan  brillante

         luminosidad.

                —¡Bien!  —aprobó  Adams,  moviendo  la  cabeza

         afirmativamente, para sí.


                Hubo  nuevas  órdenes  desde  adentro  y  en  pocos

         segundos la cerca dejó de funcionar, volviendo a ser otra vez

         una serie de postes metálicos. El reflector se apagó también





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