Page 211 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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y Adams traspuso lentamente el límite y fué a estacionarse

         junto a la espacionave.

                Cuando nos estábamos apeando, salió Farman y gritó:

                —¡Conectar cerca! —en dirección a la oscuridad oí el


         ruido característico de un enorme interruptor.

                Lo miró a Adams y dijo:

                —¡Hola, jefe! —y luego, en tono más formal—. Cerca

         instalada. Sin novedad.


                —Perfecto  —exclamó  Adams  y  luego  preguntó—:

         ¿Cómo le va a Alonso con ese modulador?

                —Ha  estado  encerrado  en  su  taller  todo  el  día  —


         respondió  Farman—.  Y  ustedes,  ¿consiguieron  algo  de

         Morbius?

                Adams  no  contestó;  empezó  a  caminar  hacia  la


         planchada y Jerry y yo lo seguimos…

                Era el turno de guardia del cocinero, así que comimos

         una cena fría, servida por uno de los ayudantes. Adams y

         yo  estábamos  hambrientos;  pero,  entre  bocado  y  bocado,


         contamos a Farman y a Quinn todo lo que habíamos visto.

         Quinn se había negado a abandonar su taller y había sido

         necesaria  una  visita  personal  para  decidirlo  a  venir  al

         comedor. Pero ahora estaba contento de haber venido. En


         realidad, estaba fascinado y nos acosaba a preguntas, tan

         rápido como un desintegrador Colt‐Vickers. Su rostro tenía

         manchas de grasa, el cabello se le había alborotado y los ojos





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