Page 237 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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Lo hallé, lo oprimí y en un segundo y sin ruido alguno,
las ventanas se oscurecieron, dejando fuera la pálida luz
verdosa de la luna.
Satisfecho conmigo mismo por la precaución adoptada,
la olvidé pronto y volví a atravesar la habitación. Cuando
empecé a caminar, casi corría, pero reduje mucho la marcha
al acercarme al estudio. Tenía miedo, un miedo de doble
filo. Temía que lo imprevisto me impidiera hacer lo
planeado, y temía por el plan en sí.
Corrí la puerta y, al hacerlo, se encendieron las luces.
Respiré hondo y entré, dirigiéndome al pabellón anexo al
estudio.
Lo imprevisto no estaba en contra de mí. La puerta de
los Krell estaba abierta, tal como la dejara Morbius cuando
nos trajo de vuelta…
Llené de nuevo los pulmones. Me parecía tener
dificultad para respirar y mi corazón latía en forma
incómoda.
Traspuse la extraña puerta, agachando un poco la
cabeza y caminé por el corredor de roca. Mis pasos
despertaban un eco suave, vacío.
Al final del corredor, llegué al gran óvalo del
laboratorio. Me detuve… y el silencio que reinó al apagarse
el ruido de mis pisadas, fué como un golpe; fué como si yo
hubiera chocado contra alguna barrera acolchada e
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