Page 284 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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un trueno.
Le dije a Morbius:
—¡Usted puede pararlo! ¡Usted es el único! ¡Admita
para sí lo que sea! ¡Admita que es “usted”!
—¡No!… ¡No! —volvió a gritar, en tono agudo, como
una mujer.
El Robot era un estático lingote de metal. Altaira se me
acercó corriendo.
—Atrás… al estudio… —aullé y empecé a arrastrar a
Morbius.
Y la puerta cedió. No la vimos, pero no había forma de
equivocarse por el ruido.
Morbius se me resistía. Pero Altaira lo tomó del brazo y
aflojó. Lo entramos al estudio. No miré detrás de mí, pero
podía oír el jadeo.
Solté a Morbius y corrí la puerta, asegurando el cerrojo.
Las cosas fútiles que uno hace.
Crujió la puerta, la madera se rajó. El jadeo era fuerte.
Altaira trataba de llevar a Morbius hacia la arcada
abierta en la roca.
Se le iba para atrás. Corrí y, pasándole mi brazo
alrededor, lo forcé a trasponer la arcada. Se me doblegó,
flojamente.
—John… ¿cómo la cerramos?… tenemos que cerrarla…
—clamó Altaira.
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