Page 82 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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Nos inclinamos. No sé cómo lo hice yo, pero Jerry
Farman estuvo admirable. En fuerte contraste con Adams,
que apenas hizo un movimiento de cabeza. Parecía estar
tratando de reprimir un gesto de disgusto y su cara había
empalidecido.
Yo dije:
—¿Cómo está usted?
Farman contestó:
—Encantado de conocerla —quedándose,
palpablemente, corto en lo que deseaba expresar.
Adams no dijo nada.
Morbius añadió:
—Se darán ustedes cuenta, caballeros, que ésta es una
experiencia extraordinaria para mi hija. Jamás ha conocido
a otro ser humano que yo.
Farman miró a la muchacha. Sonreía y recordé todos los
relatos que había oído acerca de él. Sus inclinaciones de Don
Juan eran comentario corriente, aun entre los navegantes
del espacio, que son, por naturaleza, tenorios.
—¿Qué impresión le causamos? —le preguntó.
Ella tomó la pregunta gravemente, quitando su mano
del brazo de Morbius, como para asegurarse de que su juicio
no sería influenciado.
Por fin dijo:
—Creo que son todos hermosos.
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