Page 84 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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cercano y, aunque dijo—: Cómo no, comandante —estaba

         claro que no quería alejarse del comedor.

                Adams  se  encogió  de  hombros  y  se  sentó.  Morbius

         eligió  la  silla  más  cerca  de  él  y  yo  me  quedé  de  pie.  Del


         comedor venía la voz de Farman y luego se oyó una cascada

         de risa de Altaira. Morbius arrugó la frente. Yo encendí un

         cigarrillo.

                Adams no perdió tiempo; pero, por otra parte, cuando


         habló,  resultó  evidente,  por  su  tono,  que  no  pensaba

         mantener la tensión.

                —Hay una pregunta que pensaba hacerle, antes de que


         nos interrumpieran: ¿Por qué trató usted de disuadirnos del

         propósito  de  aterrizar?  ¿Por  qué  no  quería  que  lo

         hiciéramos?


                —Si en aquel momento no se lo dije, comandante —dijo

         Morbius—, impliqué, ciertamente, la respuesta. —Su tono

         era suave, como el de Adams, pero mi oído captó un matiz

         que podía haber sido de cautela.


                —¿Tenía  usted  miedo  de  que  pudiéramos  correr

         peligro? ¿Temía que fuéramos víctimas de esa “Fuerza” de

         que habla usted? —interrogó Adams.

                Y  en  ese  momento,  antes  de  que  Morbius  pudiera


         responder, la joven salió del comedor, con Farman a su lado.

         Estaba radiante; todo rastro  de timidez  que  podría haber

         habido en ella había desaparecido. Me sonrió y luego se le





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