Page 250 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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                           EL JUGGERNAUT LORD RAGLAN




                  El  rictus  de  Moses  era  tirante  y  nervioso,


                  tenía  la  cara  más  pálida  de  lo  normal  y  su


                  frente ancha estaba perlada de sudor.

                  —¡Está claro que no eres el único viajero del


                  tiempo!


                  El  fuerte  móvil  —si  era  eso—  avanzó

                  penosamente  hasta  la  casa.  Era  largo,  plano


                  como  una  caja,  parecido  a  un  cubre  platos.


                  Estaba  pintado  con  manchones  de  verde  y


                  marrón  barro,  como  si  su  hábitat  natural

                  fuese  el  campo  abierto.  Tenía  un  faldón  de


                  metal  alrededor  de  la  base,  quizá  para


                  proteger  las  partes  más  vulnerables  de  los

                  disparos  y  la  metralla  de  los  oponentes.


                  Debería decir que el fuerte se movía a unas


                  seis millas por hora, y que —gracias a algún


                  nuevo  método  de  locomoción que  no podía

                  precisar  debido  al  faldón—  se  las  arreglaba


                  para  mantenerse  recto  a  pesar  de  la


                  inclinación de la colina.

                  Exceptuándonos  a  nosotros  tres  —y  al


                  accidentado  caballo  del  cervecero—  no


                  quedaba ni un alma viviente en la carretera,


                  y  el  silencio  sólo  quedaba  roto  por  el

                  profundo retumbar del motor del fuerte y los


                  chillidos de pánico del caballo.



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