Page 391 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Nebogipfel, y Gödel apenas le prestó
atención. De todos los hombres que había
conocido en 1938, Gödel era el que demostró
la reacción más fría hacia el Morlock. Gödel
cogió un frasco de vidrio del armario;
contenía una sustancia de brillo verde que
parecía retener la luz.
Moses gritó:
¡Plattnerita!
—Exacto. Sorprendentemente fácil de
sintetizar a partir del carolinio, si se conoce la
receta y se tiene acceso a una pila de fisión
para irradiarlo. —Tenía aspecto malicioso—.
Quería que la viese —me dijo—; esperaba
que la reconociese. Me resulta
agradablemente fácil retorcerle las narices a
esos pomposos ingleses, con sus juntas
directivas de esto y aquello, ¡que no podrían
reconocer un tesoro bajo sus propias narices!
Y ahora será su billete para salir de este valle
de lágrimas, ¿no?
—Así lo espero —dije fervoroso—. Oh, así lo
espero.
—Entonces, ¡vengan! —gritó—. Al taller de
VDT. —Sostuvo la plattnerita en alto como
un faro y nos guió fuera de la oficina.
Una vez más penetramos en el laberinto de
corredores de hormigón. Wallis tenía razón:
todos los guardias habían abandonado sus
puestos y, aunque nos encontramos con uno
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