Page 395 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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alrededor del coche del tiempo aflojando las
tapas del resto de los depósitos. Yo fui a la
parte trasera del vehículo, donde me
encontré con una puerta sujeta por un cierre
de metal. Quité la barra, doblé la puerta
hacia el interior y entré en la cabina. Había
dos asientos de madera, cada uno lo bastante
grande para dos o tres personas, y un asiento
individual para el conductor frente a dos
pequeños ventanucos rectangulares. Me
senté en el asiento del conductor.
Frente a mí sólo tenía un volante —lo agarré
con las manos— y un pequeño panel de
control, lleno de indicadores, interruptores,
palancas y botones; había más palancas cerca
del suelo, evidentemente había que
manejarlas con los pies. Los controles tenían
un aspecto primario sin terminar; los
indicadores e interruptores carecían de
cualquier indicación, y los cables y las
palancas de la transmisión mecánica
sobresalían de la parte de atrás del panel.
Nebogipfel se me unió en la cabina, y miró
por encima de mis hombros; el fuerte olor
del Morlock era casi insoportable en aquel
espacio cerrado. Por las ventanas veía a
Gödel y Moses rellenando los depósitos.
Gödel dijo algo:
—¿Comprende el principio del VDT? Por
supuesto, el diseño es exclusivo de Wallis, no
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