Page 393 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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—Creo que ése ha caído en el college.
Podemos dar gracias por estar vivos; las
paredes podrían habernos sepultado.
Continuamos por los corredores oscuros. En
dos ocasiones paredes caídas nos impidieron
el paso, pero con algo de esfuerzo trepamos
por encima. Para entonces, ya estaba
desorientado y perdido; pero Gödel —podía
verle delante de mí, con el frasco de
plattnerita brillándole bajo el brazo— seguía
su marcha con confianza.
En unos pocos minutos llegamos al anexo
que Wallis había llamado División de
Desarrollo de VDT. Moses levantó la vela, y
la luz brilló tenue en el gran taller.
Exceptuando la falta de luces, y una grieta
diagonal y elaborada que recorría el techo, el
taller estaba tal y como lo recordaba. Piezas
de motores, ruedas de repuesto, latas de
aceite y combustible, trapos y monos —todos
los elementos de un taller— cubrían el suelo.
Las cadenas colgaban de poleas sujetas al te‐
cho y proyectaban sombras largas y
complejas. En el centro del suelo vi una taza
de té a medio beber, aparentemente la habían
dejado con gran cuidado, con una capa
delgada de polvo de hormigón que cubría la
superficie del líquido.
El coche del tiempo casi terminado estaba en
medio del suelo y el acabado metálico
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