Page 413 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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vegetación se hacía más exuberante y verde,
y nuevos bosques se apretaban contra el
coche —pensé que ya debían de ser árboles
de hoja caduca, aunque las flores y las hojas
no eran sino un mancha uniforme de verde
debido a la velocidad— y el aire se hizo más
cálido.
El dolor de aquellos eones helados abandonó
finalmente mis dedos, y me quité la chaqueta
y me aflojé los botones de la camisa;
abandoné las botas y reactivé la circulación
de mis pies. La insignia de seguridad de
Barnes Wallis se cayó de la chaqueta. La
recogí, aquel pequeño símbolo de la
sospecha de los hombres para con sus seme‐
jantes, ¡y creo que no hubiese podido
encontrar, entre aquella vegetación prístina,
un símbolo más perfecto de las estrecheces y
absurdos con que los hombres malgastaban
sus energías! Arrojé la insignia a la esquina
más oscura del coche.
Las largas horas, suspendido bajo la cubierta
vegetal, pasaron con más lentitud que nunca,
y dormí durante un rato. Cuando desperté,
la calidad de la vegetación que me rodeaba
parecía haber cambiado
—era más translúcida, con algo del tono de
la plattnerita, y me pareció ver las estrellas—
, era como estar inmerso en esmeraldas y no
en hojas.
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