Page 431 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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interacción de la sal con mis heridas.
Encontré una depresión en la arena que
podría formar un charco durante la marea
baja. Allí hundí las manos y conseguí
inmediatamente una colección de criaturas:
bivalvos, gasterópodos y lo que parecían
ostras. Daba la impresión de que había pocas
especies pero muchos individuos en aquel
fértil mar.
Al borde de aquel océano, con los borboteos
de agua alrededor de tobillos y dedos, y con
el sol caliente en el cuello, una gran sensa‐
ción de paz cayó sobre mí. De niño mis
padres me habían llevado de viaje a Lympne
y Dungeness, y yo caminaba hasta la orilla
del mar —al igual que hoy— e imaginaba
que estaba solo en el mundo. Pero ahora, ¡era
casi completamente cierto! Era sorprendente
pensar que ningún barco navegaba por
aquellos mares en ningún lugar del mundo;
que no había ciudades humanas tras la
jungla que se hallaba a mi espalda; de hecho,
los únicos rastros de inteligencia en el
planeta éramos yo y el pobre Morlock
herido. Pero no era una idea terrible; no
después de la horrible oscuridad y caos de
1938, de los que había escapado
recientemente.
Me enderecé. El mar era encantador, ¡pero no
podía vivir de agua salada! Anoté
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