Page 433 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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prometí a mí mismo que al día siguiente
encontraría algo más apropiado como
servicio de mesa que unas viejas botas.
El asalto del Diatryma había deformado la
pierna derecha de Nebogipfel; la rodilla
parecía aplastada y el pie descansaba en un
ángulo poco natural. Empleando un
fragmento de la carrocería del coche del
tiempo —no tenía cuchillo— intenté
rudimentariamente afeitar el pelo de las
áreas dañadas. Lavé lo mejor que pude la
carne expuesta: al menos las heridas
superficiales parecía que se habían cerrado, y
no había señales de infección.
En el proceso de mis torpes manipulaciones
—no soy médico— el Morlock, todavía
inconsciente, gruñía y lloriqueaba de dolor,
como un gato.
Una vez que hube limpiado sus heridas,
recorrí la pierna con las manos, pero no pude
detectar ninguna fractura evidente en la tibia
o la pantorrilla. Como ya he dicho antes, el
daño principal parecía estar localizado en la
rodilla y el tobillo; y lo acepté con desaliento
porque, si bien sería capaz de restablecer una
tibia rota al tacto, no había forma en que
pudiese tratar los daños que Nebogipfel
había sufrido. Aun así, rebusqué por entre
los restos hasta que encontré dos secciones
rectas de la estructura. Usé el cuchillo
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