Page 432 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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cuidadosamente el lugar del cual había
salido de la jungla —no tenía intención de
perder a Nebogipfel en la penumbra ar‐
bórea— y caminé descalzo por el borde del
agua, alejándome de la familia Diatryma.
Después de más o menos una milla, llegué a
un arroyo que salía del bosque y bajaba hacia
la playa. Cuando la probé resultó ser agua
dulce, fresca y parecía limpia. Me sentí
aliviado: ¡al menos no moriríamos hoy! Me
eché de rodillas y metí la cabeza y el cuello
en el líquido frío. Bebí a grandes tragos y
luego me quité la chaqueta y la camisa para
lavarme cabeza y cuello. La sangre seca,
marrón por estar expuesta al aire, navegó
hacia el mar; cuando me puse en pie me sentí
mucho mejor.
Ahora me enfrentaba al desafío de llevar
aquel tesoro hasta Nebogipfel. Necesitaba
una taza u otro contenedor.
Pasé varios minutos al lado del arroyo
mirándolo confuso. Todo mi ingenio parecía
haberse agotado en mi reciente viaje por el
tiempo, y aquel último puzzle era demasiado
para mi cerebro cansado.
Al final, cogí las botas del cinturón, las lavé
lo mejor que pude y las llené con el agua del
arroyo; así la llevé a través del bosque hasta
el Morlock. Al lavar la cara herida de
Nebogipfel e intentar hacerle beber, me
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