Page 510 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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que quedaba de los pantalones que llevaba
en el momento del bombardeo. Incluso había
perdido las botas, y no me sentía bien
equipado. No teníamos suministros médicos,
exceptuando las vendas y ungüentos que
Stubbins llevaba para su propio uso.
Habíamos recogido frutos de las palmeras,
sacado la leche y llenado las cáscaras con
agua fresca. Stubbins y yo llevábamos cinco
o seis cáscaras al cuello atadas con trozos de
liana. Pensábamos que con eso podíamos dar
algún alivio a las víctimas del bombardeo
que encontrásemos.
Había un ruido permanente producido por
la detonación lenta y continua de la bomba:
un sonido anónimo, como el temblor de una
cascada. Nebogipfel nos había hecho
prometer que nos mantendríamos a más de
una milla del centro; y para cuando llegamos
a la parte de la playa que, por lo que
suponíamos, estaba a una milla del centro, el
sol ya estaba en lo alto del cielo. Ya nos
encontrábamos bajo la sombra de la nube
ponzoñosa; y el brillo púrpura era tan
intenso que proyectaba ante mí una sombra
en la playa.
Nos lavamos los pies en el mar. Dejé
descansar las rodillas doloridas, y disfruté
del sol en la cara. Irónicamente, seguía
siendo un día hermoso, con el cielo
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