Page 508 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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LAS SECUELAS DE LA BOMBA
La mañana comenzó fresca y clara. Desperté
antes que Stubbins. Nebogipfel seguía
inconsciente. Caminé hacia la playa y la
orilla del mar. El sol se levantaba ante mí
sobre el océano; su calor ya se dejaba sentir.
Oía los ruidos de la fauna del bosque, ya
ocupada con sus pequeñas preocupaciones; y
una forma oscura —pensé que era una ra‐
ya— se deslizó por las aguas a unas pocas
yardas de la costa.
En aquellos primeros momentos del nuevo
día, parecía que el mundo del Paleoceno
permanecía vigoroso e ileso como antes de la
llegada de Gibson y su expedición. Pero el
pilar de fuego púrpura todavía salía de la
herida en el corazón del bosque, elevándose
miles de pies e incluso más. Trozos en llamas
—trozos de roca fundida— volaban al lado
del pilar en arcos parabólicos. Y sobre todo
aquello todavía permanecía una nube en
forma de paraguas de polvo y vapor, con los
bordes rotos por efecto del viento.
Desayunamos agua y frutos. Nebogipfel,
abatido, débil y con la voz convertida en un
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