Page 540 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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—Bien, lo fui de hecho —dijo melancólico—.


                  Fui  alevín  con  el  Newcastle  United...  pero


                  eso fue al principio de la guerra. Pronto, se

                  acabó  el  fútbol.  Oh,  ha  habido  algunas


                  competiciones después, ligas regionales y la


                  Copa de Guerra, pero en los últimos cinco o


                  seis años, incluso eso se ha acabado.

                  —Bien, creo que es una pena —dije—. Tienes


                  talento, Stubbins.


                  Se  encogió  de  hombros,  su  decepción

                  evidente  se  mezclaba  con  su  modestia


                  natural.


                  —No estaba escrito.


                  —Pero  ahora  has  hecho  algo  mucho  más

                  importante  —le  consolé—.  Has  jugado  el


                  primer  partido  de  fútbol  sobre  la  Tierra  y


                  metiste tres goles. —Le palmeé la espalda—.

                  ¡Ése es un buen récord!


                  Al pasar el tiempo se hizo evidente —quiero


                  decir, a ese nivel del espíritu por debajo del


                  intelecto  donde  reside  el  verdadero  conoci‐

                  miento— que realmente jamás volveríamos a


                  casa.             Lentamente                       —supongo                      que


                  inevitablemente—  los  lazos  y  relaciones  del

                  siglo  veinte  se  volvieron  lejanos,  y  los


                  colonos  se  unieron  en  parejas.  Esas  parejas


                  no  respetaban  rango,  clase  o  raza:  los


                  cipayos, los gurkha y los ingleses formaban

                  nuevas relaciones. Sólo Hilary Bond, con ese







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