Page 597 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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vidrio sino paneles cubiertos por el mismo
papel.
No había fuentes de luz en la habitación. En
su lugar, un brillo difuso y continuo
inundaba el aire, como la luz en un día
nuboso. Ya me había convencido de que la
luz que veía era producto de las gafas más
que algo físico. El techo era una confusión
barroca, decorado con pinturas increíbles.
Aquí y allá en la cascada barroca podía
distinguir fragmentos de formas humanas,
pero tan confusos y distorsionados que no
podía seguirlos: no era grotesco, sino más
bien torpe y desorientado, como si el artista
hubiese tenido la habilidad de un Miguel
Ángel pero la visión de un niño retrasado. Y
así era: ¡los elementos, supongo, de una
habitación de hotel barata de mi época
transformados por aquella peculiar
geometría en un producto onírico!
Caminé un poco y las botas apretaron la
arena. No encontré uniones en las paredes, ni
rastros de puertas. En un lado de la habita‐
ción había un cubículo, de unos tres pies de
lado, hecho de porcelana blanca. Cuando
dejé la arena y entré en la plataforma de
porcelana, inesperadamente salió vapor
silbando de unos agujeros en las paredes. Me
eché atrás, sorprendido, y los chorros se
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