Page 594 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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ojos;  pero  no  podía:  ¡era  la  tortura  más


                  exquisita que puedo imaginar!


                  Entonces,  con  aquel  fuego  intenso  que

                  penetraba incluso en mis globos oculares, mi


                  último eslabón de conciencia se rompió.





                  Cuando desperté, el retorno no tuvo ninguno

                  de  los  atributos  de  pesadilla  de  la  primera


                  vez. Desperté al mundo a través de una capa


                  de sueños bañados por el sol: navegaba por

                  visiones  fragmentarias  de  arena,  bosques  y


                  océanos; gusté una vez más bivalvos salados


                  y duros; y yací con Hilary Bond en el calor y


                  la oscuridad.

                  Así, lentamente, me llegó el despertar.





                  Yacía sobre una superficie dura. Mi espalda,

                  que  respondía  con  una  punzada  cuando


                  intentaba  moverme,  era  muy  real;  como  lo


                  eran  las  piernas  abiertas,  los  brazos  y  los


                  dedos,  el  ruido  mecánico  del  aire  por  los

                  agujeros de la nariz y el pulso de la sangre en


                  las venas. Yacía en la oscuridad —completa y


                  absoluta—,  pero  aquel  hecho,  que  antes  me

                  hubiese  aterrorizado,  ahora  me  parecía


                  accesorio,  porque  de  nuevo  estaba  vivo,


                  rodeado  por  el  murmullo  mecánico  de  mi


                  cuerpo.  ¡Sentí  alivio,  puro  e  intenso,  y  dejé

                  escapar un grito de alegría!







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