Page 24 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Diría que no debemos demoramos más de otra semana


          o  como  máximo  diez  días.  Por  entonces  deberíamos  ha‐

          berlo llevado fuera de este lugar.

             Ella asintió.


             –¿Dónde?

             –Algún  pequeño  reino  meridional  quizá,  donde  poda‐


          mos ir y venir sin ser molestados.

             Encendió el cigarrillo, aspiró el humo.

             –Tengo  una  idea  mejor  –dijo  ella–.  ¿Sabes  que  bajo  un


          nombre mortal soy ama del palacio de Kama en Jaipur?

             –¿El Fornicatorio, señora?

             Ella frunció el ceño.


             –Así lo llama a menudo el vulgo, y no me llames «señora»

          cuando hables de él, tiene resonancias de un antiguo chiste.


          Es un lugar de descanso, placer, santidad, y es el origen de

          gran parte de mis ingresos. Creo que puede ser un buen

          escondite para nuestro protegido, mientras él se recupera


          y nosotros trazamos nuestros planes.

             Yama se dio una palmada en el muslo.

             –¡De acuerdo!, ¿Quién pensaría en ir a buscar el Buda en


          un prostíbulo? ¡Bien! ¡Excelente! A Jaipur entonces, que‐

          rida diosa, ¡a Jaipur y el Palacio del Amor!

             Ella se puso en pie y pateó con su sandalia el suelo de


          piedra.

             –¡No dejaré que hables así de mi establecimiento!


             Él bajó los ojos y borró trabajosamente la sonrisa de su

          rostro. Se puso en pie e hizo una inclinación de cabeza.







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