Page 25 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Me disculpo, querida Ratri, pero la revelación vino de


        una forma tan repentina. –Se atragantó y desvió la mirada.

        Cuando volvió a fijar los ojos en ella, estaba lleno de sobrie‐

        dad y decoro. Prosiguió–. Fui sorprendido por la aparente


        incongruencia. Ahora, sin embargo, veo la sabiduría de la

        idea. Es el más perfecto camuflaje, te proporciona benefi‐


        cios y, lo que es más importante, una fuente de información

        confidencial entre los comerciantes, guerreros y sacerdotes.

        Es una parte indispensable de la comunidad. Te propor‐


        ciona un puesto y una voz en los asuntos civiles. Ser un

        dios es una de las más antiguas profesiones del mundo. En

        consecuencia, es lógico que los dioses caídos busquemos


        amparo bajo el palio de otra venerable tradición. Te saludo.

        Te doy las gracias por tu sabiduría y previsión. No criticaré


        las empresas de un benefactor y conspirador. De hecho, an‐

        ticipo ya la visita.

           Ella sonrió y volvió a sentarse.


           –Acepto tus bien aceitadas disculpas, oh hijo de la ser‐

        piente. En cualquier caso, es demasiado difícil estar irritada

        contigo. Ponme un poco más de té, por favor.


           Se reclinaron, Ratri sorbiendo su té, Yama fumando. En

        la distancia, un frente tormentoso dejaba colgar su cortina

        sobre la mitad de la perspectiva. El sol brillaba aún sobre


        ellos sin embargo, y una fría brisa visitó la terraza cubierta.

           –¿Has visto el anillo ese anillo de hierro que lleva? –pre‐


        guntó Ratri, comiendo otro dulce.

           –Si.

           –¿Sabes dónde lo consiguió?




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