Page 72 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Cuando hizo una pausa para recobrar el aliento, el prín‐
cipe le hizo un gesto de que continuara. Fue tocando melo‐
día tras melodía prohibida, y los músicos profesionales
adoptaron expresiones profesionales de burla; pero bajo su
mesa algunos pies estaban siguiendo el lento ritmo de la
música.
Finalmente, el príncipe terminó su vino. La noche se es‐
taba acercando a la ciudad de Mahartha. Arrojó al mucha‐
cho una bolsa de monedas y no quiso mirar a sus lágrimas
mientras abandonaba la sala. Se levantó y se estiró, aho‐
gando un bostezo con el dorso de la mano.
–Me retiro a mis habitaciones –dijo a sus hombres–. No
os juguéis vuestras herencias mientras estoy ausente.
Se echaron a reír y le desearon buenas noches, y pidieron
bebidas más fuertes y galletas saladas. Oyó el resonar de
los dados mientras se alejaba.
El príncipe se retiró temprano a fin de levantarse antes de
que despuntara el día. Dio instrucciones a un sirviente para
que permaneciera todo el día siguiente delante de su habi‐
tación y negara el paso a todo aquel que quisiera entrar,
alegando que estaba indispuesto.
Antes de que las primeras flores se hubieran abierto a los
primeros insectos de la mañana, había salido del hostal, sin
que nadie excepto un viejo papagayo verde fuera testigo
de su partida. No iba vestido con sedas bordadas con per‐
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