Page 76 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Hace muchos, muchos años, en otro lugar, le conocí
cuando era capitán de un barco que no navegaba por estos
mares.
El capitán se inclinó repentinamente hacia delante y tomó
un trozo de madera, que arrojó al perro que estaba ron‐
dando junto a un montón de cajas al otro lado del malecón.
Lanzó un gañido y se apresuró a buscar refugio en un al‐
macén. Era el mismo perro que había seguido al príncipe
desde la hostería de Hawkana.
–Cuidado con los sabuesos del infierno –dijo el capitán–.
Hay perros y perros..., y hay perros. De tres clases distintas,
y en este puerto mantenlas todas alejadas de tu presencia.
–Volvió a examinar a su interlocutor–. Tus manos –dijo, ha‐
ciendo un gesto con su pipa– han llevado recientemente
muchos anillos. Aún está su marca.
Sam miró sus manos y sonrió.
–Tus ojos no dejan escapar nada, marino –respondió–.
Así que admito lo obvio. Recientemente he llevado anillos.
–Así que, como los perros, no eres lo que pareces ser..., y
vienes preguntando por Olvagga, empleando su nombre
más antiguo. Tu nombre, dices, es Sam. ¿Eres por casuali‐
dad uno de los Primeros?
Sam no respondió inmediatamente, sino que estudió al
otro como si aguardara a que dijese algo más.
Quizá dándose cuenta de ello, el capitán continuó:
–Olvagga, por lo que sé, estaba relacionado entre los Pri‐
meros, aunque él nunca hablaba de ello. Tanto si tú tam‐
bién eres de los Primeros como si eres uno de los Maestros,
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