Page 77 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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tienes que saberlo. Así que no le traiciono hablando. De to‐


        dos modos, quiero saber si estoy hablando con un amigo o

        con un enemigo.

           Sam frunció el ceño.


           –Jan nunca fue conocido por granjearse enemigos –dijo–.

        Hablas como si los tuviera ahora, entre aquellos a los que


        llamas los Maestros.

           El marino siguió mirándole.

           –Tú no eres un Maestro –dijo finalmente–, y vienes de le‐


        jos.

           –Estás en lo cierto –dijo Sam–, pero dime cómo sabes es‐

        tas cosas.


           –Primero –dijo el otro–, eres un viejo. Un Maestro tam‐

        bién podría haber adoptado un cuerpo viejo, pero lo más


        probable es que no lo hiciera..., como tampoco adoptaría la

        forma de un perro durante mucho tiempo. Su miedo de

        morir la auténtica muerte, de pronto, a la manera de los


        antiguos, sería demasiado grande. Así que no lo usaría el

        tiempo suficiente como para dejar las marcas de los anillos

        profundamente  señaladas  en  los  dedos.  Los  ricos  nunca


        son despojados de sus cuerpos. Si se les niega el renaci‐

        miento, viven todo el período hasta el final de sus días. Los

        Maestros temerían que los seguidores de alguien así se al‐


        zaran en armas contra él, si se enfrentaba con algo distinto

        a un tránsito natural. Así que un cuerpo como el tuyo no


        puede haber sido obtenido de esta manera. Un cuerpo de

        los tanques de vida no tendría tampoco marcas en los de‐

        dos.




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