Page 532 - Hijos del dios binario - David B Gil
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—Claro  que  lo  hará.  Me  dirá  qué  contenía


           exactamente  el  documento  de  William  Ellis  y  con


           quiénes  han  hablado  durante  el  transcurso  de  su


           investigación.  Y  aunque  sepa  que  dar  tales



           nombres  es  como  pronunciar  una  sentencia  de


           muerte,  no  podrá  evitar  decírmelos,  porque  en


           breve el dolor será lo único en lo que podrá pensar.


           Anegará su mente hasta el punto de que conceptos


           como la generosidad y la compasión hacia otros le


           parecerán un murmullo lejano, muy al fondo de su


           conciencia.



                  Dicho  esto,  se  puso  en  pie  y  avanzó  hacia  él.


           Girard  intentó  apartarse,  aterrorizado,  pero  solo


           alcanzó  a  tropezar  con  la  silla  y  caer  al  suelo  de


           espaldas. Antes de que pudiera reaccionar, Knocht


           se inclinó sobre él y le tapó la boca, empujándole la


           cabeza  contra  el  suelo.  Forcejeó  cegado  por  el


           miedo, hasta que el sicario le aplastó el pecho con


           la rodilla y lo inmovilizó como a una tortuga boca


           arriba. Sintiéndose inerme, la mirada de Girard se



           perdió en los ojos impasibles de Knocht, que tomó


           el  cigarrillo  de  sus  labios  y  apoyó  el  extremo


           candente sobre su mejilla.


                  Fue  un  dolor  penetrante,  mezclado  con  el


           horror incrédulo de que algo tan mundano pudiera


           provocar semejante sufrimiento. El periodista agitó




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