Page 537 - Hijos del dios binario - David B Gil
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algo  había  cambiado:  había  luz  al  otro  lado  del


           balcón  enfocado  por  la  cámara.  «¡Por  fin!»,


           masculló  mientras  se  acercaba  a  la  ventana  para


           echar un breve vistazo. Las calles estaban vacías y



           la noche perlaba de humedad las aceras. Tan solo la


           puerta  trasera  de  un  restaurante  chino  insuflaba


           algo de vida a la escena, con el constante humear


           de  los  extractores  y  las  esporádicas  salidas  de  los


           cocineros, que parecían tener la necesidad de fumar


           cada veinte minutos. Aquella luz en el interior de la


           vivienda  que  vigilaba  era  la  primera  novedad



           reseñable  en  muchas  horas,  pero  antes  de  que


           pudiera retirarse de la ventana, se percató de que


           alguien se asomaba fugazmente al balcón, miraba a


           ambos lados y corría por completo las cortinas.


                  «¿Qué  coño  hace  él  aquí?»,  masculló,  seguido


           de un «joder, joder, joder...» que se convirtió en su


           letanía  durante  los  próximos  segundos,  mientras


           buscaba  algo  oculto  en  el  fondo  de  la  bolsa  de


           cuero.  Extrajo  una  pistola  de  metal  negro  y,  con



           manos  entrenadas,  insertó  el  cargador,  tiró  de  la


           corredera  y  ajustó  el  seguro.  A  continuación,  se


           enfundó  el  abrigo  largo  que  descansaba  doblado


           sobre la barra de la cocina. La prenda desentonaba


           por  completo  con  la  ropa  deportiva  que  llevaba


           debajo, pero la cubría del cuello hasta las rodillas,




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