Page 534 - Hijos del dios binario - David B Gil
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pirómano.
Y ciertamente, en sus ojos ardía un fuego
hambriento. Aferró la mandíbula de su presa para
evitar que apartara el rostro y volvió a posar
aquella ascua abrasadora en el mismo punto de su
mejilla, quemando sus últimas terminaciones
nerviosas con precisión. Girard intentó gritar, pero
el emisario de Fenris le aplastaba la barbilla
impidiéndole abrir la boca. Su llanto se convirtió en
un farfullo desconsolado. Sin embargo, antes de
que Knocht pudiera buscar otro punto donde
proseguir con su metódica labor, alguien llamó a la
puerta del apartamento con los nudillos. El
torturador levantó la cabeza como el lobo alza las
orejas, los ojos clavados en el vacío más allá de la
puerta. Parecía capaz de ver a través de la madera,
pero el inesperado visitante, ajeno a su escrutinio,
insistió en su llamada.
Lentamente, casi molesto por aquella
interrupción, apartó el cigarrillo para pedirle
silencio a Girard con un dedo. Después le destapó
la boca y el periodista prorrumpió en un llanto
contenido. Indiferente a tales padecimientos, el
agente Knocht desenfundó el arma y se dirigió con
pasos suaves hacia la entrada. Apagó las luces
antes de alcanzar la puerta, quedando la sala
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