Page 533 - Hijos del dios binario - David B Gil
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la  cabeza  desesperado,  su  grito  ahogado  por  una


           mano  de  hierro  y  sus  ojos  desbordados  por


           lágrimas  de  puro  tormento.  La  garra  cerrada  en


           torno a su boca lo aplastó aún con más brutalidad,



           sujetándole  la  nuca  contra  el  suelo  mientras  el


           cigarrillo seguía abriéndose paso entre las capas de


           piel,  quemándole  hasta  el  pómulo,  liberando  un


           repugnante olor a cenizas y carne chamuscada.


                  Por fin aquel mordisco lacerante se apartó de su


           rostro. El cigarrillo se había extinguido y humeaba


           como recién apagado sobre un cenicero. Knocht le



           liberó la boca para permitirle respirar y Girard tuvo


           que  esforzarse  por  contener  los  sollozos  que  le


           sacudían  el  pecho.  A  través  de  la  visión  nublada,


           no obstante, pudo ver cómo el torturador volvía a


           ponerse el cigarrillo en los labios y lo encendía de


           nuevo con su mechero. Aquello le hizo caer en un


           abismo  de  desesperación,  y  se  encontró  gimiendo


           mientras negaba con la cabeza.


                  —Es  curioso  —dijo  Knocht  en  su  extraño



           idioma,  y  sus  palabras  fueron  ininteligibles  para


           Girard  sin  la  mediación  del  traductor—.  Suelen


           llamarme  cuando  las  cosas  corren  el  riesgo  de


           descontrolarse.  Alguien  me  considera  una  especie


           de  bombero.  Yo,  sin  embargo,  siempre  he


           considerado  que  albergo  el  corazón  de  un




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