Page 536 - Hijos del dios binario - David B Gil
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pantalón de correr ajustado, zapatillas deportivas y


           una camiseta elástica que se ceñía al contorno de su


           espalda  y  realzaba  sus  pechos  con  elegancia.  Se


           secó  el  sudor  de  los  brazos  antes  de  dejar  caer  la



           toalla en el interior de la bolsa negra.


                  Allí lo había traído todo: la cámara, el trípode,


           los objetos de aseo y las barritas alimenticias de alta


           densidad,  capaces  de  saciar  el  hambre  durante


           muchas horas. Pero estaba harta, quería ducharse,


           disfrutar  de  una  cena  de  verdad  y  echarse  en  la


           cama  doble  de  su  habitación  de  hotel.  Se  le



           ocurrían miles de cosas que hacer en una tarde de


           martes,  todas  ellas  mejores  que  una  vigilancia


           desde  un  piso  franco.  «No  creas  que  te  voy  a


           perdonar  esto  fácilmente,  Daniel  Adelbert»,


           amenazó mientras se  dirigía a  la  cocina,  separada


           del salón por una barra de bar.


                  Al menos, la empresa inmobiliaria había dejado


           allí una máquina de expreso para ofrecer café a los


           clientes interesados en ver el apartamento, así que



           tomó  un  vaso  de  papel  de  uno  de  los  armarios


           vacíos, seleccionó una dosis baja de azúcar y activó


           el botón. Al instante, el envolvente aroma del café


           la hizo sentirse un poco menos miserable.


                  Regresó  al  salón  con  el  vaso  calentándole  las


           manos  y  tardó  un  instante  en  percatarse  de  que




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