Page 644 - Hijos del dios binario - David B Gil
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el cuero cabelludo. Exudaba un olor
medicamentoso que inundó la atmósfera de forma
repugnante, pese a lo cual, nadie más en el local
parecía prestar mayor atención a su presencia.
Alicia observó cómo se abría paso hasta una de
las neveras próximas y vaciaba dentro de una cesta
más de una docena de bolsas de plástico
metalizado, similares a goteros de hospital. Parecía
no necesitar nada más, pues no desvió la mirada ni
a un lado ni a otro en su camino hacia la salida.
Allí, junto al cajero automático, le esperaban otros
como él, tambaleándose sobre unas piernas que
parecían sostenerlos a duras penas.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó Alicia cuando
Daniel se detuvo junto a ella.
Este se asomó por encima de las estanterías, en
dirección al extraño grupo que abandonaba el
supermercado.
—Hikikomoris.
—¿Hikikomoris? Frank mencionó esa palabra en
su casa, ¿verdad?
—Es posible —respondió Daniel, mientras se
dirigían hacia la caja.
—¿Qué les sucede?
—Son personas que han renunciado al mundo
físico y han optado por vivir permanentemente
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