Page 665 - Hijos del dios binario - David B Gil
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olas.


                  La vía elevada pasó entre dos de aquellas islas,


           sorteando la urdimbre de puentes y cables que las


           conectaban  a  distintas  alturas,  y  sobrevoló  lo  que



           parecía  ser  un  barrio  del  placer  que  se  ceñía  a  la


           peor tradición del sudeste asiático, con ostentosos


           luminosos  de  neón,  humeantes  locales  de  comida


           rápida  y  hoteles  mugrientos  acumulándose  en


           completo  desorden  unos  sobre  otros.  Le  bastó


           aquel vistazo desdibujado para comprender que no


           era  el  mejor  lugar  de  Singapur  al  que  una  mujer



           podía acudir sola, pero no tuvo mucho tiempo de


           pensar  en  ello,  pues  apenas  levantó  la  vista


           descubrió  que  el  tren  comenzaba  a  detenerse  en


           una estación de aspecto ruinoso.


                  Las puertas se abrieron y los escasos ocupantes


           abandonaron el vagón. Alicia, con más resignación


           que determinación, los siguió hasta el exterior. La


           tempestad se había amansado hasta trocar en una


           fina llovizna. Se ajustó la capucha en torno al rostro



           y se encaminó hacia la parada de taxis. La calle por


           la  que  avanzaba  era  angosta  y  estaba  mal


           iluminada,  nada  que  ver  con  las  espectaculares


           avenidas  que  había  conocido  hasta  ahora  en


           Singapur,  y  la  humedad  sobre  el  acerado  y  las


           fachadas  no  hacía  sino  subrayar  el  aspecto




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