Page 673 - Hijos del dios binario - David B Gil
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su mundo real era otro.
Mientras se distraía en tales cavilaciones, su
anfitrión se dirigió a la cocina y preparó sendas
tazas de té verde. Cuando estuvieron listas, las
colocó sobre una pequeña mesa que hacía las veces
de comedor y tendió la mano ofreciéndole una
silla.
—¿Ellos no son turistas, verdad? —preguntó
Alicia, antes de dirigir la conversación hacia
derroteros más pragmáticos.
El sinésteta sonrió ante su curiosidad y bebió de
su taza.
—No, ellos son verdaderos creyentes del dios
binario. Han dado la espalda a un mundo que los
condena a una vida anodina y han entregado su
cuerpo y su alma, sus secretos y sus anhelos a su
dios.
—El dios binario... —repitió Alicia, bebiendo
también de su té—. He escuchado varias veces ese
nombre. ¿Es a quien adoran los hikikomoris?
—Oh, no los llame así. Viven en las sombras
porque han visto la luz verdadera. Han descubierto
que el supuesto mundo real es una enfermedad
que te destruye: trabajos que nos hacen infelices
con la promesa de que algún día seremos felices,
ideales inalcanzables, la lucha en vano contra la
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