Page 677 - Hijos del dios binario - David B Gil
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espesa brea. ¿Cuánto tiempo había pasado allí
abajo? Prefería no saberlo, solo quería alejarse de la
peor experiencia que había vivido en su vida, así
que, con manos temblorosas, sacó el móvil y acertó
a llamar a Daniel. Se llevó el auricular al oído y
escuchó la hueca melodía de espera, ansiosa por
que una voz humana le respondiera al otro lado.
Pero el tiempo de conexión caducó y la llamada se
cortó. Volvió a intentarlo sin saber qué otra cosa
podía hacer, pues la idea de vagar sola por aquellas
calles la hacía estremecerse. Pero el segundo
intentó también fue en vano.
Entonces, casi sorprendida, sacó un pequeño
papel arrugado del bolsillo del abrigo: era la tarjeta
en la que Daniel había apuntado el teléfono de
Lulú y la dirección de su apartamento. Volvió a
activar el móvil y marcó la dirección para contactar
con ella. Esta vez apenas debió esperar:
—¿Lulú? Soy..., soy Alicia. —Al escuchar su
propia voz, comprendió que aún estaba llorando—.
Creo..., creo que me he perdido... No..., no sé, estoy
en los barrios flotantes... —Entonces recordó que sí
conocía la dirección de Bao Yuen, y se la dictó—.
Por favor, no tardes.
Y cuando colgó, hundió la cabeza entre las
manos y la sacudió un llanto inconsolable. Jamás se
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