Page 676 - Hijos del dios binario - David B Gil
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último vestigio de individualidad, la había traído
de vuelta y ahora la empujaba a arrancarse los
cables que se enredaban a sus brazos y su cabeza.
Tendido junto a ella, en el mismo colchón, se
encontraba Bao Yuen, atravesado de agujas como
Alicia hacía un momento. Lloraba al igual que los
demás: lágrimas hirvientes que caían sobre su
rostro dormido porque ella los había repudiado, su
hermana los había abandonado. Y ella también
comenzó a llorar, invadida por una insoportable
sensación de pérdida, pero se puso en pie, confusa
y asqueada, con su vientre aún atravesado por una
cálida necesidad que la repugnaba y no alcanzaba a
comprender.
Desorientada, con las piernas temblándole por
las drogas, se tambaleó por el pasillo hacia la
puerta. De algún modo había atinado a recoger el
abrigo, pues se percató de que lo llevaba puesto
cuando subía por las escaleras, apoyando las
manos tres peldaños por delante de ella.
Finalmente, alcanzó la superficie y la brisa
nocturna le enjugó el sudor y las lágrimas. No se
detuvo: asiéndose a todo cuanto tenía a mano,
avanzó hacia el parque hasta dejarse caer en un
banco de cemento. No había nadie a su alrededor,
ni siquiera pudo encontrar la luna en aquel cielo de
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