Page 681 - Hijos del dios binario - David B Gil
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la mano—. Acompáñeme, por favor. Le están
esperando.
Daniel asintió y se dejó conducir hasta uno de
los lujosos ascensores al otro lado del vestíbulo. Era
más estrecho de lo habitual y, al entrar, reparó en
que no había cámara de seguridad y que la cabina
carecía de botones o de panel táctil; tan solo había
un lector de llaves al que su acompañante
aproximó una tarjeta cifrada. Se trataba de un
ascensor privado que probablemente conduciría a
una planta aislada del resto del hotel. Seguridad y
confidencialidad, las acompañantes habituales en
este tipo de encuentros con magnates y traficantes
paranoicos, pensó con resignación.
Las puertas se cerraron y comenzaron a subir.
—Así que Yerik —comentó Daniel—. ¿Ruso?
—Ucraniano —respondió, lacónico, el
interpelado.
—Es extraño que un general chino tenga
extranjeros en su cuerpo de seguridad.
—Ucrania, Rusia, China... Todos tenemos un
pasado común. Estamos acostumbrados a trabajar
juntos.
—Claro.
El ascensor se detuvo en un piso indeterminado
(por encima del setenta, calculó Daniel) y las
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