Page 679 - Hijos del dios binario - David B Gil
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atendida rápidamente:
—Sí, la he encontrado... Está aquí, conmigo, en
uno de los barrios flotantes entre Changi Bay y
Tekong Island, puedo enviar las coordenadas del
geolocalizador... Sí, esperaremos.
Guardó el móvil y echó un brazo sobre los
hombros de Alicia, como si temiera que fuera a
derrumbarse de un momento a otro, y así
aguardaron las dos, una junto a otra. No debieron
esperar mucho, no obstante, pues en menos de un
cuarto de hora un segundo coche invadió la acera y
rodó por las calles del parque hasta detenerse
frente a ellas.
Alicia levantó la vista y descubrió cuán torpe y
aturdida se encontraba, pues de lo contrario se
habría percatado antes de que algo no encajaba. La
puerta del coche se abrió y unas piernas largas,
armadas con tacones como estiletes, se apoyaron
sobre el pavimento.
—Me alegro de que volvamos a encontrarnos,
«señorita Rossi» —la saludó Beatrix Giger.
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