Page 689 - Hijos del dios binario - David B Gil
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—De acuerdo. Iré.
—Afortunadamente para todos, su
pragmatismo es impecable, señor Adelbert —
sentenció Knocht con satisfacción—. Yerik y Zhao
le acompañarán al aeropuerto. Le deseo un buen
viaje.
Daniel salió de la estancia sin más despedida
que un mudo asentimiento, casi ansioso por perder
de vista a aquel hombre y el halo de amenaza
contenida que proyectaba. Sus dos acompañantes
debían de sentir algo similar, pues pudo percibir
con total claridad cómo sus cuerpos se distendían y
su respiración se relajaba en cuanto pusieron un pie
en el pasillo. Era evidente que habían temido que la
conversación se desarrollara por cauces mucho más
desagradables, y eso le hizo pensar en lo que
podría haber sucedido si se hubiera negado a viajar
de regreso a Europa.
Los dos agentes le guiaron hasta el ascensor y
Yerik volvió a utilizar su tarjeta. «Al garaje»,
pronunció en voz alta, y la cabina comenzó a
descender. Daniel, por su parte, se distrajo mirando
de soslayo la expresión aliviada de sus escoltas una
vez la tensión del encuentro había pasado de largo.
Yerik se colocó a su izquierda, la mano sobre la
empuñadura de su arma por puro hábito; Zhao, a
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