Page 692 - Hijos del dios binario - David B Gil
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de las pistolas y buscó un rincón al amparo de la


           oscuridad. Sin perder de vista los accesos, ejecutó


           en el móvil un software que comenzó a bombardear


           códigos  mediante  radiofrecuencia.  Fueron  tres



           minutos  largos  en  los  que  no  apartó  la  vista  del


           ascensor  ni  de  las  puertas  de  seguridad  que


           conectaban  el  garaje  con  las  plantas  superiores,


           pero finalmente un Mazda reaccionó al barrido de


           señales  y  sus  luces  se  encendieron  indicando  que


           estaba disponible para él.


                  Guardó el móvil, ahora un clon de la llave de



           aquel coche, y activó el motor. Mientras conducía


           hacia  la  calle,  la  desnuda  verdad  de  lo  que  había


           hecho  le  martilleaba  con  imágenes.  Acababa  de


           matar  a  un  hombre  y,  probablemente,  dejado


           tullido a otro. Sabía que había reaccionado ante una


           situación  de  vida  o  muerte;  sin  embargo,  aquello


           no cambiaba el hecho de que había declarado una


           guerra  por  su  cuenta.  Después  de  tantos  años,


           volvía a ser un soldado. Había vuelto a África.









                  Abandonó  el  vehículo  en  una  cuneta  y  buscó


           un taxi que lo llevara hasta su casa. Aunque sabía


           que aquel sería el primer sitio donde lo buscarían,


           también sabía que solo allí podría encontrar algún




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