Page 732 - Hijos del dios binario - David B Gil
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podían haberse perdido, ni se detuvo a contemplar
otra ruta que no fuera seguir sin desviarse por la
gran nave central. Tras él, encogido en su grueso
abrigo, Eugene oteaba las penumbras que se
agazapaban a su alrededor, y creyó vislumbrar
polvorientas placas sobre la pared abovedada,
probablemente los nichos de los fundadores de St.
Martha. La idea de estar recorriendo una enorme
tumba hizo que un escalofrío le subiera por la
espalda, pero se limitó a guardar silencio y caminar
un poco más cerca de Nicholas.
Llegó el momento en el que el suelo comenzó a
ganar pendiente, la confirmación de que se
aproximaban a la superficie, y no pasó mucho
tiempo hasta que la primera ráfaga de aire fresco
llegó a ellos. Intercambiaron una mirada cómplice
y redoblaron la marcha, que concluyó
abruptamente cuando una gran puerta de doble
hoja emergió de la oscuridad.
Nicholas se aproximó a ella y apoyó la mano
sobre la superficie: estaba fría. Se agachó e inspiró
el olor a tierra húmeda que se filtraba bajo la
rendija.
—Hemos llegado. Cuando crucemos esta
puerta estaremos en el exterior.
Eugene no recibió la noticia con mucha alegría.
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