Page 737 - Hijos del dios binario - David B Gil
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misma noche y procuraré que el trato que se le dé
sea más humano que el que algunos tienen
previsto. ¿Lo ha entendido?
Alicia la observó en silencio, sin mudar el gesto.
—Seguro que lo ha entendido. Es una chica
lista.
No pasó mucho tiempo antes de que el
vehículo se detuviera y alguien le abriera la puerta.
El conductor, de enormes manos, la obligó a salir.
Se encontraban frente a una mansión urbana
incrustada entre cochambrosos bloques de
edificios. El estilo de la finca, pretendidamente
victoriano, chirriaba en aquel contexto, tanto como
lo hacían los otros coches de lujo estacionados
junto a la entrada. Tuvo la impresión de que aún se
encontraban en una de las islas flotantes de los
arrabales de Singapur, aunque aquella parecía
menos sórdida que la que habían dejado atrás.
No pudo estudiar mucho más el entorno: Giger
ya se encaminaba hacia la puerta de hierro y el
silencioso escolta empujó a Alicia para que la
siguiera. Los matones de la entrada,
impecablemente trajeados, les franquearon el paso
a un jardín marchito, apenas iluminado por un
cerezo de floración perpetua. Desde la casa, un
hombre de maneras resueltas acudía a su
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