Page 835 - Hijos del dios binario - David B Gil
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base de repetir aquel discurso semana tras semana
había aprendido a modularlo en función de las
sutiles reacciones del público. El de esa noche, en el
auditorio de la Fundación Thomson Reuters, en
pleno corazón del Canary Wharf londinense, había
resultado especialmente receptivo. Satisfecha, se
giró para señalar el árbol holográfico proyectado al
fondo del escenario.
—La información de nuestra fuente demostraba
que el dinero siempre procedía de empresas
relacionadas con la matriz del grupo. —Líneas
verdes ascendieron desde las raíces, con los
nombres de las empresas donantes, y fueron
conectando con las sociedades de las que
dependían, hasta confluir en la cúspide, donde
figuraba el nombre de Fenris‐Vanagard. Alicia
caminó frente al árbol, sus tacones subrayaban el
silencio de la sala—. Como verán, en su mayoría
eran filiales menores de empresas subsidiarias
participadas por el grupo. Un laberinto habitual
cuando se opera con sociedades interpuestas, pero
había elementos discordantes, como el hecho de
que muchos de los donantes ni siquiera tuvieran
sede en Europa, o que carecieran de un programa
social, limitándose sus donaciones exclusivamente
a Samaritain.
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