Page 836 - Hijos del dios binario - David B Gil
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La calma en su voz y su desenvoltura sobre el


           escenario               imprimían                  a       sus         palabras              una


           contundencia  serena,  en  absoluto  agresiva,  con  la


           que  era  fácil  empatizar.  Disfrutaba  de  aquello,



           había descubierto que se le daba bien, y a menudo


           recordaba  que,  pocos  meses  antes,  le  costaba


           incluso defender sus propuestas para la sección de


           Cultura en el consejo de redacción de Progreso.


                  —Es  evidente  —continuó—  que  Ludwig


           Rosesthein  utilizó  sus  sociedades  para  financiar


           una  iniciativa  aborrecible  desde  todo  punto  de



           vista,  legal,  ético  o  científico.  Lo  hizo  durante


           cuarenta años, y lo habría seguido haciendo de no


           ser porque personas en el seno del mismo proyecto,


           como  el  profesor  Logan,  comprendieron  que


           aquello no podía seguir adelante.


                  Las  luces  se  encendieron  y,  tras  un  breve


           aplauso,  comenzó  el  turno  de  preguntas.  Se


           apresuró  a  pedir  la  palabra  un  joven  al  que  no


           había  visto  en  la  recepción  previa.  Por  la  forma



           crispada  en  que  sujetó  el  micrófono,  Alicia  ya


           anticipó el tono de la pregunta:


                  —Al  principio  de  su  exposición  ha  dicho  que


           retomó  la  investigación  que  dejara  inconclusa


           William  Ellis,  una  investigación,  y  cito,  «que  le


           costó  la  vida».  Sin  embargo,  Scotland  Yard




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