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educacional  sea  direccionado  al  mercado,  con  cualidad  mercadológica  (Neves,  2013,  p.  2).  Eso
                 justifica la lógica del capital en la administración de la educación, tornándola una mercadoría y el
                 profesor sujeto a plusvalía.
                        En  paralelo,  hay  la  propagación  de  que  la  solución  para  los  problemas  recientes  –
                 parentemente  de  todos  –  es  muy  simple:  el  profesorado  debe  solamente  ser  preparado
                 adecuadamente. Eso mejoraría la cualidad de la educación, y por eso mejoraría la vida de sujetos
                 que frecuentan escuelas y viven en sociedad. Esa idea falaz tiene sido ideológicamente soportada,
                 difundida,  reforzada  e  internalizada,  al  mismo  tiempo  que  tiene  creado  una  lectura  fatalista  y
                 mecánica de la acción de los profesores. Desvalorizados y culpabilizados por los problemas de la
                 educación, profesores se distancian, pesarosamente, de la posibilidad del desarrollo de una contra-
                 conciencia o de la promoción de una educación emancipadora, “para además del capital” (Mészáros,
                 2011).
                        Ya  es  posible  comprehender  que  el  proyecto  histórico  coyuntural  de  las  políticas  de
                 formación y profesionalización docente en Brasil, como la Ley 9394/96 – Ley de las Directrices y
                 Bases/LDB (Brasil, 1996), los Parámetros Curriculares Nacionales, el Sistema de Evaluación de la
                 Educación Básica, las Directrices Curriculares Nacionales, los Planos Nacionales de la Educación I y
                 II (Brasil, 2001; 2014), el documento “Todos por la Educación” (TPE, 2012), y el reciente documento
                 “Patria educadora”, presentado por la Secretaria de Estrategias del Gobierno Federal, consolidan
                 un rol de políticas que priorizan directa o indirectamente la formación de profesores para ayudar
                 al fortalecimiento del consenso activo a la ideología neoliberal (Souza E Magalhães, 2015). En el
                 área  de  formación  y  profesionalización,  el  consenso  activo  genera  aceptación  y,  por  eso,  los
                 profesores apoyan el sistema, manteniendo un círculo educacional vicioso que es promovido para
                 la manutención de la posición de la clase dominante.
                        Como  sugerido  por  Hobsbawm  y  Moraes,  los  discursos  neoliberales  son  afirmados  por
                 medio de bases epistemológicas pragmáticas; en la epistemología de la práctica se halló su aparato
                 teórico conceptual, metodológico e instrumental. Por medio de directrices y procesos de evaluación
                 externa, ellos concretizan una formación de profesores que se foca en el desarrollo de habilidades
                 gerenciales  y  profesionales,  aunque  inducen  la  diseminación  de  la  idea  que  profesores  sean
                 “masters sujetos”, los cuales pueden suavizar los problemas sociales. De modo imperativo, la figura
                 del profesor se transformó en un sujeto necesario y estratégico para la formación de una sociedad,
                 que sería más democrática, pero en los formatos del capital. Dese modo, el profesor es cooptado
                 para trabajar activamente en el proceso de humanización con orden capitalista.
                        Se  puede  afirmar  que,  al  cumplir  las  recientes  directrices  políticas,  la  formación  y  la
                 profesionalización se instalan en la permanencia de las relaciones de exploración, lo que proletariza
                 la  profesión,  descalifica,  desprofesionaliza,  aliena,  genera  condiciones  para  no  contestar  el
                 capitalismo.    Por  fin,  esas  políticas  hacen  con  que  profesores  sean  sofisticadas  mercadorías
                 educacionales.
                        Siguiendo esa comprensión, esa reflexión procura escapar de las amarras que vinculan la
                 economía, educación, formación y profesionalización, tornando la ideología dominante visible y
                 comprensible para promover los procesos de desalienación con respecto a la realidad actual de un
                 profesor.
                        Para  eso,  se  estableció  una  dirección  tríplice  para  analizar,  más  profundamente,  las
                 especificidades de la profesionalización docente: la primera es el foco paradigmático, que ayudará
                 en la compresión de la relación entre el paradigma actual y las demandas neoliberales para la
                 formación y profesionalización docente; la segunda es el foco histórico-conceptual, lo cual se refiere
                 a  la  temporalidad  e  historicidad  del  movimiento  ideológico,  en  la  articulación  de  los  sentidos
                 producidos sobre la profesionalización docente; y la tercera y última es sobre el foco político que,
                 en  la  perspectiva  contrahegemónica,  explicita  el  sentido  despolitizador  de  la  reciente  política
                 nacional  de  profesionalización  y  sus  agravantes  a  la  educación.  Al  final,  se  articulan  en  las

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