Page 134 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei Gabri e l Berm údez Casti llo
en el fondo, nos apetece irnos, ¿no es así?
—Pues claro —respondió el Manchurri, asomando la
cabeza por una de las ventanas delanteras. Un potente
silbido y un chorro de vapor se escaparon de la parte
superior del vehículo...
—¡Arriba, señores!
Sergio ocupó su sitio en una de las butacas, dejando
en el suelo la mochila antigrav y el rifle. A su lado se
sentó el Vikingo, y delante, junto al Manchurri, el
enano. Según les indicó el Manchurri, con voz un tanto
espesa por el vino ingerido, les correspondía el papel
de fogoneros; es decir, ir arrojando tacos de madera al
interior de la herrumbrosa caldera (que exhalaba un
calor traumatizante) y vigilar la válvula de seguridad;
o sea, abrirla cuando un indicador de presión cubierto
de polvo y residuos indicase una raya roja.
—Habrá que limpiarlo primero, ¿no? —dijo Sergio—
. No veo ni la raya ni la aguja.
Según se comprobó más tarde la aguja estaba
estropeada y marcaba siempre lo mismo; de manera
que si no pasó nada, fue por pura casualidad. Entre
estentóreos resoplidos de vapor, chirridos espantosos
de maquinaria mal engrasada, y lento vaivén de las
bielas, el pesado armatoste comenzó a caminar... El
Manchurri, con una mano en una robusta palanca, y la
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