Page 135 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei Gabri e l Berm údez Casti llo
botella al lado, procuraba esquivar las peñas más
protuberantes. El ruido era tan espeluznante que casi
no podían entenderse, y al cabo de un rato Sergio
abandonó todas sus tentativas para extraer algún dato
más, o para enterarse de dónde se hallaba Herder.
—Pedales —aullaba de vez en cuando el conductor.
Y era preciso darle a los pedales, para ayudar a la
destemplada maquinaria a coronar un repecho o trepar
una desigualdad del terreno. El Manchurri extrajo una
nueva botella, «para gratificar al personal por su
heroico comportamiento», según dijo, y Sergio no
pudo evitar echar unos cuantos tragos, pues entre el
calor de la maquinaria y el trabajo de los tacos de
madera, los pedales, y la vigilancia atentísima y
preocupada de la inmóvil aguja, sentía la boca
verdaderamente seca. El Vikingo se limitó a tomar
unos sorbos de agua, y el Huesos acompañó a su jefe
en las abundantes libaciones...
El armatoste caminaba a una velocidad no superior a
los quince kilómetros por hora, pero eso era preferible
a ir andando. Poco a poco iban separándose de la
aterradora cordillera y girando lentamente hacia el
Sur. Entraron en un territorio desigual, con grandes
quebradas a un lado y un farallón oblicuo, cubierto de
espesas pinadas, a otro. El vehículo, resoplando y
arrojando penachos de vapor, se deslizó como si fuera
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