Page 36 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei Gabri e l Berm údez Casti llo
descendido ya, pero nunca hubiera creído que una
escalera pudiera ser tan larga y tan recta. Continuaba
el ballet de las luces turbias apagándose y
encendiéndose, los ruidos inmundos saliendo de las
rejas... y además, ahora, los escalones estaban
francamente húmedos y resbaladizos. En cierto
momento, estuvo a punto de caer, habiéndose
deslizado su pie sobre un repugnante montón, y sólo
la dura mano del oficial Huntz pudo retenerle.
Un luminar rojizo apareció en las profundidades.
Pero carecía de la belleza alegre que las luces de la
ciudad tenían; era una luz lóbrega, como producida
por las llamas del infierno o por un inmenso montón
de porquería ardiendo en las tinieblas. A medida que
aquella lúgubre luz rojiza iba creciendo, Sergio pudo
darse cuenta de que los escalones iban ganando en
anchura, los muros alejándose, y de que lo que al
principio le había parecido un simple punto rojo, ahora
era una gigantesca boca de caverna, abriéndose en
misterios desconocidos.
Se encontraron en una gran planicie mal iluminada,
cuyos límites eran imposibles de determinar. Fulgores
rojo‐sangre surgían de diversos proyectores,
atravesando difícilmente la atmósfera llena de polvo y
de hedores químicos que hizo toser al oficial y
lagrimear a Sergio. Y sin embargo, allí vivía gente.
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