Page 37 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei                               Gabri e l Berm údez Casti llo


            Sergio  pudo  ver  hileras  de  ventanas  escasamente

            iluminadas,  en  las  que  se  movían  bultos  negros.  Un

            hombre haraposo, con la tez blanquecina bajo los focos


            escarlata, se cruzó con ellos, cargado con un pesado

            bulto. Tosía, y Sergio creyó reconocer la sangre en la


            saliva que le manchaba la boca.


               Al  fondo,  se  movían  pesados  transportes  oscuros,

            con ejes y ruedas chorreantes de grasa. En las tinieblas

            se  movían  volantes  gigantescos,  tirando  de  pesados


            cables hacia lo alto; un rumor continuo, penetrante, de

            maquinaria en marcha, lo invadía todo...


               —¿Es aquí? —dijo Sergio.


               —¡Aquí! —gruñó el Agente—. No creerás que te vas


            a quedar aquí... Esto es el cielo, chico. Lo que a ti te

            espera es mucho peor...


               Pasó  una  patrulla  de  la  policía  Presidencial,


            fuertemente  armada,  con  las  viseras  de  los  cascos

            cerrados  completamente  sobre  el  rostro.  El  oficial

            Huntz  habló  unos  instantes  con  el  Jefe;  le  indicaron


            algo, con un gesto.


               —Nos acompañarán, chico. Es mejor para mí. A ti...


               Canales de agua inmunda discurrían a través de la

            llanura. Al continuar su camino, entraron en un bosque


            de enormes columnas, chorreantes de limo; sin duda

            alguna, los basamentos más profundos de la ciudad.


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